Las Vías Pecuarias resurgen en Murcia

Tras décadas, y casi siglos en el olvido, las vías pecuarias han vuelto a tomar protagonismo. No volverán a ser la pieza fundamental de la trashumancia como antaño, pero servirán para que los ciudadanos entiendan una parte de la historia de sus costumbres y puedan acercarse a la naturaleza. Además, las mismas vías también intentarán seguir siendo útiles para el ganado. En la Región estos caminos verdes, amenazados por la actividad urbanística y las industrias, se van a deslindar y a señalizar.

Las Vías Pecuarias en la capital de la Región

Murcia se ha caracterizado siempre por ser zona de invernada de los rebaños de otras provincias, especialmente de Cuenca y Teruel. Los animales circulaban a través de la Cañada Real Conquense-Murciana, penetrando en la Región por el Altiplano. Tras pasar la Rambla de Belén, y antes de ascender el Puerto de la Cadena se optaba entre dos rutas: el Campo de Cartagena, a través del Cordel de Fuente Álamo, o la provincia de Alicante, por la Cañada Real de Torreagüera. Esta última ruta era utilizada también por ganaderos valencianos para aprovechar los buenos pastos que siglos atrás se criaban en el Valle del Segura. Precisamente en los alrededores del Puerto de la Cadena era donde se celebraban la mayor parte de las mestas, asambleas de pastores con sus ganados, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. Del municipio de Murcia partía la otra gran vía pecuaria de largo recorrido, la Vereda de Belén o de Barqueros y fue muy utilizada para trasladar los ganados desde Murcia hasta las Sierras de Segura y Cazorla, donde se aprovechaban los pastos de primavera y verano. Entre diez y quince días empleaban los ganaderos y sus reses en recorrer los términos de Murcia, Mula, Pliego, Bullas, Cehegín y Caravaca de la Cruz para adentrarse en aquellas sierras.

Un total de 19 vías pecuarias forman un complejo entramado por todo el municipio de Murcia. Son 221'5 kilómetros de recorrido, casi el 10% de las de toda la Región, y ocupan 646'8 hectáreas, algo más que el Parque Municipal del Majal Blanco. Sin embargo, su estado actual es muy preocupante,debido al decrecimiento de la actividad ganadera trashumante y del desarrollo de otras actividades socioeconómicas que han ocupado el territorio tradicionalmente destinado a la ganadería. El desarrollo urbanístico, la instalación de industrias, el crecimiento del regadío y el trazado de viales han sido los factores que más han contribuido al deterioro de las vías pecuarias del municipio de Murcia. Este es el caso de la Cañada Real de Torreagüera, desaparecida en gran parte por ocupaciones de todo tipo cuando en realidad debería contar con una anchura superior a 75 metros y una longitud de 23 kilómetros.

Su conservación

Conservar este patrimonio público no es un capricho, sino una necesidad. Las vías pecuarias están desapareciendo a pasos agigantados cuando la realidad es que podrían seguir manteniendo otros usos alternativos compatibles con el ganadero. Uno de los más defendidos es el del turismo de naturaleza, ubicando a través de estas vías pecuarias senderos de pequeño o gran recorrido aptos para el tránsito peatonal, con bicicleta o a caballo. No hay que olvidar que buena parte de estas "carreteras" constituyen excelentes corredores verdes que enlazan (o enlazaban) interesantes ecosistemas como los cumbres de Carrascoy, la Rambla del Puerto de la Cadena, la del Puerto del Garruchal, las Sierras de Columbares o de los Villares, el Río Segura o la Huerta de Murcia. Su conservación es, por lo tanto, una forma de recuperar y aprovechar todos los componentes culturales que en torno a las vías pecuarias se han ido desarrollando: abrevaderos, puentes, descansaderos, cabañas, majadas, mojones, etc., así como iglesias, santuarios, balnearios y otros hitos histórico-artísticos próximos.

Recuperación de las vías en Murcia

El Ministerio de Medio Ambiente y la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno de la Región de Murcia se han dado la mano para la ejecución del proyecto de deslinde, amojonamiento y señalización de las vías pecuarias integradas en el sistema radial Murcia-Jumilla, Murcia-Lorca y Murcia-Cartagena.

El coste total del convenio que firmarán ambas administraciones es de 1.858.573 euros, de las que el Ministerio aportará 876.703 euros en cuatro años.

 Las vías pecuarias que se integran en el eje radial mencionado, constituyen los ejes de primer orden en la red viaria de la región murciana y sirven de enlace, además, con vías pecuarias de las Comunidades Autónomas de Andalucía, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana, integradas en la Red Nacional. La recuperación de estas vías pecuarias, con la puesta en valor de los itinerarios ganaderos y sus elementos naturales y culturales asociados, puede suponer un valioso instrumento para el desarrollo armónico de los municipios y comarcas en su área de influencia.

 

Las cabañas, el origen

Las primeras normas escritas sobre la trashumancia datan del reinado de Eurico, este rey fue quien dictó las primeras disposiciones (año 504), sin embargo se recopilaron más tarde en el reinado de Sisenado mediante la Ley 5, título 4, libro 8, del “Liber iudicorum” que marcaba las rutas de la trashumancia y reglamentaba su uso. El Real Concejo de la Mesta, creado por el Rey Alfonso X en el año 1273, tenía entre otras atribuciones el control del tráfico ganadero y la preservación de las vías pecuarias actuando con potestades de juez y parte en los litigios que le afectaban tanto en la usurpación de los caminos de carne como en el contrato para el aprovechamiento de pastizales que eran necesarios para el desplazamiento periódico del ganado a través de las Cañadas Reales.

El Concejo de la Mesta tenía a su cargo más de 125.000 kilómetros de vías pecuarias y alrededor de quinientas mil hectáreas de territorios anexos a las cañadas de pastos de dominio público (baldíos, ejidos y otras denominaciones)

 Constituyendo la columna vertebral de la economía española desde tiempos inmemoriales hasta 1940 aproximadamente.

El tránsito por las Cañadas podía prolongarse desde principios de mayo hasta finales de junio, según la distancia entre los invernaderos y agostaderos, a razón de unos 20 kilómetros diarios.

La cabaña constituía el ganado y los arreos necesarios para su traslado a través de las vías pecuarias y estaba compuesta por unas diez a doce mil cabezas, al cargo del mayoral.

Desde los primeros trazados, sus grandes recorridos se distribuyeron básicamente de norte a sur. Era un continuo flujo de gentes, ganado y cultura entre la España húmeda y la seca.

Como en los orígenes de este trasiego ganadero no había autopistas, ni autovías o carreteras nacionales, se trazaron unos caminos por donde transitar con los ganados. Esta tarea se realizó cuidando sus recorridos, aprovechando el paso por zonas donde hubiera buenos pastos o bosques, abrevaderos, descansaderos, refugios o pueblos.

Hoy en día a estos pasos se les conoce como vías pecuarias.

Su valor ambiental

Es indudable la importancia económica y social que durante siglos revistió la trashumancia, sin embargo, desde comienzos de la Edad Contemporánea se advierte un declive rápido de la trashumancia -que se agudiza con la abolición de la Mesta (1836) y con la desamortización comunal (1855)-, y, consiguientemente, un menor uso de las vías pecuarias, cuya infraestructura soporta un intrusismo creciente. De ahí el paulatino abandono de la red viaria por las cabañas de largo recorrido y el correlativo empleo del transporte por ferrocarril y por carretera. Ello no es un obstáculo para que, si bien cada vez más relegada, subsista en nuestros días la trashumancia a pie, en coexistencia con otros desplazamientos viarios más cortos, ya entre provincias o comarcas colindantes (trasterminancia). Así pues, la red de vías pecuarias sigue prestando un servicio a la cabaña ganadera nacional.

También han de ser consideradas las vías pecuarias como auténticos «corredores ecológicos», esenciales para la migración, la distribución geográfica y el intercambio genético de las especies silvestres.

Finalmente, y atendiendo a una demanda social creciente, las vías pecuarias pueden constituir un instrumento favorecedor del contacto del hombre con la naturaleza y de la ordenación del entorno medioambiental. Todo ello convierte a la red de vías pecuarias -con sus elementos culturales anexos- en un legado histórico de interés capital, único en Europa, cuya preservación no garantiza en modo alguno la normativa vigente.

Las cifras son de envergadura: 125.000 kilómetros de vías pecuarias recorren nuestro país. Unas 421.000 hectáreas de superficie, casi el 1% de todo el territorio nacional. Muchos de estos lugares son considerados hoy de alto valor ecológico, no en vano conectan a nivel nacional más de 150 espacios naturales y en la Región de Murcia permiten entrelazar más de 15.

El pastoreo desempeña una importante labor en la conservación de los ecosistemas mediterráneos. Bien regulado, sin sobrecargas, es un fabuloso medio de control del combustible forestal en las zonas con alto riesgo de incendio, a la vez que abona fertilizando el suelo y mejorando la diversidad biológica de los pastos.

La trashumancia contribuyó (y contribuye allá donde aún existe) a la dispersión de la flora silvestre, usando la lana como vehículo de transporte de semillas. Aún más, supuso un magnífico sostén para la fauna en peligro de extinción, como es el caso del lobo o el buitre, gracias a los animales que se abandonaban en las cañadas.

La ley de 1995

El Gobierno Nacional promulgó el 23 de Marzo de 1995 una ley para establecer el régimen jurídico de las vías pecuarias. Esta Ley se vertebra en cinco Títulos. El Título preliminar, en el que se recogen las disposiciones generales, define a las vías pecuarias atendiendo al uso al que tradicionalmente se han hallado adscritas, el tránsito ganadero, sin perjuicio de otro usos compatibles y complementarios. Asimismo, se establece la naturaleza demanial de estas vías, cuya titularidad se atribuye a las Comunidades Autónomas. La actuación de éstas, por su parte, deberá estar orientada hacia la preservación y adecuación de la red viaria, así como garantizar el uso público de la misma. La ley también trata sobre la clasificación, deslinde y amojonamiento de las vías pecuarias, y establece, como novedad legislativa, que la resolución aprobatoria del deslinde será título suficiente para rectificar las situaciones jurídicas registrales contradictorias con dicho deslinde, así como para la inmatriculación de los bienes de dominio público deslindados en los casos en que se estime conveniente.

Además, esta norma define los usos compatibles y complementarios de estos caminos verdes, siempre en relación con el tránsito ganadero, que constituye una de las novedades más significativas de la nueva normativa, ya que pone a las vías pecuarias al servicio de la cultura y el esparcimiento ciudadano y las convierte en un instrumento más de la política de conservación de la naturaleza. Otra novedad legislativa es la creación de la Red Nacional de Vías Pecuarias, en la que se integran todas las cañadas y otras vías pecuarias.

Los abrevaderos, descansaderos, majadas y demás lugares asociados al tránsito ganadero tendrán la superficie que determine el acto administrativo de clasificación de vías pecuarias. Asimismo, la anchura de las coladas será determinada por dicho acto de clasificación.

Fuente: Servicio de Ordenación y Gestión de los Recursos Naturales. Dirección General del Medio Natural

 

Las Vías Pecuarias resurgen en Murcia

Las Vías Pecuarias de la Región están de enhorabuena porque la Consejería de Medio Ambiente las va a deslindar y señalizar, en parte en virtud de un convenio con el Ministerio de Medio Ambiente. Estos caminos verdes, por los que tradicionalmente ha pasado el ganado de norte a sur, tienen escrito en su orografía un legado cultural que no debe perderse. Para ello, una ley de 1995 establece el régimen jurídico de estas vías y les otorga otros usos distintos al ganadero, como el turístico y el medioambiental, ubicando en ellas senderos de pequeño o gran recorrido aptos para el tránsito peatonal, con bicicleta o en caballo. En la actualidad, en España, existen 125.000 kilómetros de vías pecuarias, que recorren el territorio nacional y ocupan una superficie de 421.000 hectáreas. Muchas de estas veredas son consideradas hoy de un alto valor ecológico, ya que conectan a nivel nacional más de 150 espacios naturales y en Murcia, donde recalaban ganados de Cuenca y Teruel y también de Valencia,  permiten entrelazar más de 15 del total de 19 existentes. En nuestra comunidad, estos pasillos naturales que ocupan 646,8 hectáreas, el 10% de todo el territorio de la Región, están amenazados como en el resto del país. La actividad urbanística y la industrial se han convertido en sus principales enemigos.

Cattle tracks bring to life in Murcia

 

Cattle tracks of the Region are in luck because the Environmental Office are going to mark out them and to signpost them by virtue of  the agreement with the Ministry of Environment. This green ways, where cattle has travel traditionally from north to south, have written in their orography a cultural legacy that must not be lost. Because of that, a 1995 law establishes the legal system of these routes and grant to them other different  uses from the cattle, as the tourist and environmental one, settling short or long paths in them for the pedestrian movement, by bicycle or horse. In present-day, in Spain exists 125.000 kilometres of cattle tracks that cross the national territory and occupy a 421.000 hectares area. Most of these paths are considered nowadays of a great ecologic value, since they connect more than 150 open spaces along the state and permit to interlace more than 15 of a total of 19 existing ways in Murcia and Valencia, where cattles from Cuenca and Teruel end up. In our community, these natural route occupied 646,8 hectares, a 10% of the regional territory, and are currently endangered as in the rest on the country. Urban and industrial development have become their main enemies.